Además de fotógrafo, Frank Espada fue un respetado activista que luchó por el mejoramiento de las condiciones de vida en los barrios afroamericanos y puertorriqueños de toda la ciudad de Nueva York. Los agudos contrastes que presenció le inspiraron una serie de retratos informales que resaltaban la humanidad de los residentes de las ciudades. Sus jóvenes sujetos, que a menudo posaban frente a las ruinas de edificios destruidos por el fuego, o de pie en las calles repletas de basura, le sonríen a la cámara, juegan con total abandono, o muestran una actitud de tenacidad. Las fotografías de Espada oscilan entre transmitir esperanza y criticar a la sociedad, al tiempo que captan la belleza y la individualidad de los niños que crecen en ambientes hostiles.